Nuestra llegada a Dublín fue de lo más tranquila, lo único que me pareció extraño fue ver a Lauren en el aeropuerto esperándonos.
—¡Nino! ¡Viniste por nosotros!
Louise se lanzó a los brazos de ese viejo que me debía unas cuantas explicaciones después de lo sucedido antes del vuelo, pero hoy no tenía ganas de discutir, solo de llegar a mi departamento y echarme en mi cama, para dormir mil horas de ser posible.
—Joven Connelly, bienvenido.
—Lauren.
Asentí al saludo y tomamos nuestro equipaje. Nos subimos al auto de la familia O’Connor y enfilamos rumbo a casa.
Las calles de Dublin, nos recibían con los primeros rayos del sol, con esos tonos entre violeta y rojo que mostraban que el otoño ya estaba en su apogeo y pronto llegaría el invierno.
Y diciembre…
Me recordaba en mi cabeza, una que no dejaba de dar vuelta pensando en lo que le había jurado a esa arpía.
Con tranquilidad llegamos a mi edificio, Louise se había quedado dormida, algo que no pudo hacer en el vuelo y vi como Lauren se a