Capítulo Veinticinco

El hecho de que estuve a punto de morir escalando la montaña, el cansancio de estar despierta, el dolor de mis músculos por someterlos a un ejercicio tan pesado, todo quedo de lado ante mi necesidad de llegar con Rafael.

Fui la primera de mis hermanos al entrar a la cueva, mis ojos se tardaron precisos segundos en adaptarse a la oscuridad, casi a ciegas corrí por los largos túneles que estaban pobremente iluminadas por unas pocas antorchas, siguiendo el eco del sonido de agonía de mi pareja.

Los pasos de mis hermanos resonaban a mis espaldas, pero no me preocupe por ellos, sabiendo que estarían siguiéndome de cualquier manera.

Cuando alcance el final del túnel me detuve de golpe por la impresión, pues claramente un asentamiento en forma de panal subterráneo se entretejía en el corazón de la montaña.

Era asombroso como todo se contactaba entre si por caminos de piedra, puentes colgantes, y más maravillas arquitectónicas que no podía iniciar a detallar.

Mis ojos escanearon el lugar sacu
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