75. Transfusión de sangre
La visita a la madre de Ana Paula, en el centro de rehabilitación, fue muy emocional. La mujer se mostró conmovida y feliz por conocer a su nieto, aunque arrepentida por haberle dado la espalda en un momento donde más su hija la necesitaba.
— Hija, lamento tanto no haber estado para ti — se disculpó con lágrimas —. No fui una buena madre, pero… estaba tan asustada de ver que te pudieras convertir en la clase de persona que era yo — tomó sus manos. La jovencita también lloraba —. Me alegra que hayas encontrado tu camino y que no hayas terminado como tu hermana.
Ana Paula torció el gesto. En eso, una enfermera llegó. La visita había terminado.
— Vendré pronto a verte — le aseguró.
— No te preocupes por mí. Yo estaré bien ahora que sé que tú lo estás… y que tienes personas a tu alrededor que te quieren — se refería a la familia Torrealba, pues ella misma le comentó que la habían acogido con mucho cariño.
— De todas formas, quiero que salgas pronto de aquí. ¿Pondrás de tu parte para e