— De verdad te gusta desafiarlos. — acotó Esteban al percatarse de cómo le devolvía la mirada asesina a uno de los vampiros que estaban detrás de él.
— No deja de mirarnos desde que llegué. — me defendí.
— Quizás porque no has dejado de mirarlo de ese modo. — me acusó.
— ¿Mhh? — volví la vista hacia él interrogándolo con la mirada, al no poder comprender a qué se refería con ése comentario.
— Como si estuvieras a punto de clavarle tu tenedor en medio de la frente. —aclaró su punto de vista. Extrañamente, sonaba divertido por la idea y tras exponer su punto de vista, solo se limitó a darle un mordisco a su sándwich.
Por mi parte, me sentí del asco. No podía ser tan evidente