Nelson se quedó paralizado al ver a Ivana frente a él, con los labios manchados de rojo por la sangre, lo que hacía que su rostro luciera aún más pálido.
Sus ojos, enrojecidos por el llanto, mostraban la tristeza que la había invadido.
Antes de que pudiera reaccionar, su asistente se acercó al auto y, con voz suave, le habló:
—Señor Braga, la señorita Elena ya despertó. Está llorando y dice que quiere verlo...
Nelson volvió a la realidad, luchando por controlar la punzada de dolor en su pecho. Se obligó a adoptar su faceta más fría y, con tono tajante, dijo:
—Esta tarde hay una rueda de prensa. Quiero que estés allí, puntual, y aclares frente a todos que Elena es tu hermana biológica.
La mirada de Ivana, desafiante pero quebrada, no le importó.
—Si no vas, olvídate de que vuelva a tocarte en esta vida. —dijo sin mirarla y cerró la puerta con fuerza al salir del auto.
Ivana se quedó sola, dejando que las lágrimas que había contenido cayeran finalmente.
¿En esta vida?
Entre él y ella, nunca más volvería a haber nada.
Con una determinación renovada, Ivana sacó su celular y escribió rápidamente al abogado:
"Por favor, vaya inmediatamente a la rueda de prensa y anuncie públicamente mi divorcio con Nelson."
Luego, con una calma fría, miró al conductor:
—Llévame al aeropuerto.
***
Una hora después, Ivana ya estaba a bordo del jet privado que su madre adoptiva había preparado para ella. Al revisar su celular, vio decenas de llamadas perdidas y mensajes de Nelson:
"La rueda de prensa empieza en media hora. Ivana, ¿dónde estás?"
"Ivana, si no vienes hoy, jamás volveré a tocarte ni un dedo."
"¡Ivana! ¡¿Dónde estás?! ¡Contesta ya!"
Ivana, completamente indiferente ante la creciente desesperación de Nelson, apagó el celular, sacó la tarjeta SIM y la tiró lejos.
El avión comenzó a despegar, y ella cerró los ojos, dejando escapar un suspiro suave.
Adiós, Nelson.
Adiós, padres biológicos.
Hace cuatro años nuestras vidas no tenían nada que ver.
A partir de ahora, seremos completos desconocidos.