Camila no quería que Carlos estuviera ahí, y se puso un poco molesta, pero no dijo nada.
Sus ojos llorosos seguían mirando a Mateo, como esperando que la protegiera como antes.
Pero Mateo ni la miró.
Alan, con cara de duda, le dijo:
—Qué raro, Camila. Si tu esposo está aquí, ¿por qué no le lloras a él? ¿Por qué miras a Mateo con ojos llorosos? Si él no te hizo nada.
Cuando dijo eso, Carlos miró de reojo a Camila, y puso cara de furia.
Camila, asustada de que Carlos se enojara, se le lanzó a los brazos:
—Tú sabes que soy la hermana de Mateo, crecimos juntos y nos queremos mucho. Hoy que él llegó de la nada, pensé que venía a verme. Pero ellas se burlaron, diciendo que me lo inventé. Ya sé que no caigo bien, pero, ¿era necesario tratarme así?
Mientras más hablaba, más lloraba.
Carlos, al verla así, miró con furia hacia nosotros, listo para defenderla.
Valerie, al verlo, se paró firme:
—Fui yo con Aurorita las que dijimos que se hacía ilusiones, ¿y qué? ¡Es la pura verdad! Mateo vino a ve