—Ah… —le dije al asistente, con una sonrisa sarcástica.
—¿De verdad crees que existe alguien tan bueno en este mundo? Pues deja que te apuñale dos veces, que te condene a no poder tener hijos de por vida, a ver si tú también eres tan bondadosa.
—¡Maldi…!
—Claro que no lo aceptarías, ¿verdad? —seguí con la misma sonrisa.
—Por eso digo que esa Camila exagera demasiado con su actuación, y ustedes todavía se lo creen.
El asistente se quedó sin palabras y miró con cautela a Camila.
Ella bajó la mirada con una sonrisita y me respondió:
—Es normal el odio, pero ¿qué puedo hacer si eres la hermana de mi prometido? Yo amo tanto a tu hermano que solo por él puedo perdonarte. Y además, ¿qué importa no poder tener hijos? Ahora somos familia; tus hijos son mis hijos, y como futura esposa de tu hermano los trataré como si fueran míos.
Entonces, Camila intentó acariciar a Embi y Luki con una sonrisa llena de ternura.
Pero los niños, que ya se habían asustado la vez anterior en casa de Carlos, cuando