Lo miré con rabia y pregunté con voz tensa:
—¿Qué piensas hacerle?
Michael respondió entre risas:
—Cuando llegue, lo sabrás. Pero después de todo lo que me ha hecho… ten claro que lo va a pagar caro.
Al ver la maldad en los ojos de Michael, sentí que mi corazón se me iba a salir del pecho.
Por lo que decía, estaba seguro de que Mateo no saldría con vida de ahí.
Solo pensarlo me llenó de miedo y desesperación.
Le contesté de inmediato:
—¡Todo esto es culpa tuya! Fuiste tú el que fracasó. Fuiste tú el que quiso competir. ¿Qué culpa tiene Mateo? Si de verdad tienes talento, ve y gánale, muéstrale al mundo lo que vales. En vez de buscar venganza y culpar a todos los demás de tus errores. Él creció entre desprecios, insultos… y nunca se volvió un resentido como tú. ¡No es culpa suya que seas un-
¡Paf!
Antes de que pudiera terminar, Michael me dio una bofetada durísima.
El golpe fue tan fuerte que mi cara se fue a un lado. Solo escuchaba un zumbido en el oído y un mareo que casi me hizo vomi