—¿Preconce-qué? —Camila se quedó tan sorprendida que apenas podía hablar bien. Luego, aún indignada, volvió a mirar a Mateo.
Alan también me miraba mí y luego a Mateo una y otra vez.
Yo me mantuve firme, enfrentando las miradas extrañas de todos. No me puse roja ni se me aceleró el corazón.
Si no hubiera hablado antes con Mateo sobre esto y no hubiera confirmado su actitud, ni en broma me habría atrevido a decir algo así delante de tanta gente.
Camila tenía una sonrisa rara, sin resignarse, y preguntó con disimulo fingido:
—¿No se supone que tú y Mateo ya están divorciados? Entonces, ¿de quién sería ese niño?
La miré y le respondí, sonriendo:
—En toda mi vida solo he tenido un hombre, que es mi exmarido. ¿Tú dime para quién sería?
Camila mordió suavemente su labio inferior, con esa típica expresión suya de lástima, mirando con los ojos llorosos a Mateo.
Puedo jurar que si no fuera porque Waylon estaba presente, ya estaría fingiendo uno de sus ataques. Si estuviéramos en el hotel, segur