Mateo contestó el teléfono con una mano, mientras la otra seguía bajo mi ropa.
Su cuerpo alto me presionaba, dejándome completamente atrapada entre él y el lavabo.
Estábamos tan cerca, que pude escuchar vagamente la voz de Camila al otro lado del teléfono:
—Mateo, ¿por qué tardaste tanto en el baño? El señor Dupuis ya está empezando a perder la paciencia.
—Ya voy.
—¿Y Aurora? El señor Dupuis aún espera que ella brinde con él.
Mateo bajó la mirada, fijando sus ojos en mí.
Tal como Alan había dicho, cuando ese hombre me mira, siempre parece que tiene una llama encendida en los ojos.
Pero el deseo y el amor... siguen siendo dos cosas muy distintas.
—Ya la llevo.
Dicho esto, colgó el teléfono.
Sin embargo, sentí un pinchazo en el corazón.
Aunque le dije que estaba preparándome, que quería tener un hijo con él... ¿aun así quiere que vaya a brindarle a Waylon?
Mateo sacó la mano de mi ropa.
Se arregló el cuello de la camisa y alisó las arrugas del traje, antes de decirme:
—Vamos. Regresemos