Capítulo 211
—¡Eh!

Caleb me dio una patadita en el pie y dijo:

—Hace un rato, Mateo dijo que si aceptas que esto ya te quedó grande y tiras la toalla, te perdona y te saca el castigo.

Levanté la vista y miré directo a Mateo.

Estaba sentado en una silla, con ese aire sobrado de siempre, un cigarro colgándole entre los dedos y esa asquerosa sonrisa.

—¡Te están hablando! —repitió Caleb, dándome otra patadita.

Lo miré sin apuro y le respondí:

—Anda y dile que puedo con esto.

Caleb quedó confundido.

—Ah, qué terca, ¿eh? Rechazas el gesto del jefe solo para hacerte la dura. Pero te lo digo en serio: él está queriendo aflojar un poco. Aprovecha antes de que se canse. Te quedan montones de ladrillos, y si te desmayas otra vez, no te pienso cargar, ¿eh?

—Gracias por tu preocupación.

—¿¡Qué!? ¡Nadie se está preocupando por ti! ¡Qué descaro! —dijo, molesto—. Una mujer como tú... te lo tienes bien ganado.

Dicho eso, se dio media vuelta y se fue directo a hablar con Mateo.

Lo vi de lejos, mientras Mateo se leva
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