No dije nada más y me di la vuelta rumbo al baño.No sé si fue idea mía, pero sentí como si una mirada amenazante se me clavara en la espalda.Igual, cuando giré para ver, no había nadie.Qué extraño. Hace tiempo que Mateo no se aparece, y hace tiempo que no me sentía así, como si me estuvieran observando.No tengo claro qué está pasando, pero algo no me deja tranquila.Mejor comer rápido y volver a casa. Allá sí me siento a salvo.Después de ir al baño, me lavé las manos, medio en automático.De pronto, en el espejo, vi que algo se movía. Alcé la mirada sin pensarlo.Y ahí mismo, mi cuerpo se tensó, y abrí los ojos de par en par.No lo podía creer.¡Era Mateo!¿Cómo podía ser?¿Qué hacía él, alguien como él, en un restaurante escondido como este?¡Y encima en el baño de mujeres!Seguro es el cansancio. Estoy alucinando.Me froté los ojos, apurada, pero cuando miré otra vez... seguía ahí. Reflejado en el espejo. Como si nada.Tenía esa sonrisa cortante, con sus ojos llenos de desprecio
Ya no me importó el miedo, me di la vuelta y lo miré, llena de rabia.Solo invité a un compañero a cenar, ¿por qué tiene que hacerlo sonar como si hubiera hecho algo horrible?¿En realidad tiene que insultarme cada vez que abre la boca?Cuando vio que los ojos se me llenaban de lágrimas por la impotencia, se rio:— ¿Qué? ¿Dije alguna mentira? Antes andabas con Michael y Javier, era un desastre. Y ahora apareces con otro que ni conozco. Aurora, ¿no puedes vivir sin un hombre cerca?— ¡Ya basta!Me temblaba todo del coraje, y las lágrimas me salieron sin poder evitarlo.Mateo me miraba con furia, tenía los puños apretados y una mirada que quemaba.Pero esa cara nunca se la ponía a Camila. A ella la veía distinto, más cariñoso, más... todo.Pensar en eso me dolió como una punzada en el pecho.Desvié la mirada, aguantando las ganas de romperme ahí mismo, y le dije:— Lo que digas me da igual. Lo mío ya no te importa, señor Bernard. Y este lugar no te corresponde. Si vienes por la plata que
Pero él parecía no haber escuchado ni una palabra. Me miró con cara seria y se rio:— ¿Vivir tu vida? ¿Eso es lo que tú llamas vivir? ¿Depender siempre de un hombre? ¿Prefieres estar con cualquiera antes que conmigo? ¿No soy suficiente o es que no soy como ellos?— ¡Ya basta, Mateo! ¿Por qué siempre tienes que verme con esa cara? —lo miré con los ojos llenos de tristeza y una voz que apenas me salía—. Sí, antes era una niña boba y consentida, hija de una familia con plata. Pero desde que todo se vino abajo, también he estado peleando para salir adelante sola. ¿Por qué siempre crees que necesito de un hombre para sobrevivir? ¿De veras me ves así de inútil?Mateo no dijo nada. Me miraba con esos ojos encendidos, cargados de rabia, culpa y algo más que no supe nombrar. ¿Tristeza? No lo sé. Pero si alguien lastimó aquí, fue él.Le sostuve la mirada, firme, sin parpadear:— Mateo, no todos pensamos como tú. El tipo de antes es solo un compañero de trabajo. No todo hombre que aparece a mi la
Sentí un rechazo en lo más profundo de mi corazón.Camila no me cae bien. No solo porque sea la mujer de Mateo, sino porque siempre parece demasiado amable, demasiado perfecta.Estar cerca de ella me incomoda.Se acercó, sonriendo como si todo fuera color de rosa.— Eh, Aurora, qué coincidencia.Ryan escuchó su voz y se volteó de inmediato.Camila tenía esa cara dulce y una ropa que parecía recién salida de una revista de moda.Ryan la miró con los ojos bien abiertos, casi deslumbrado, y volteó hacia mí:— ¿Ella es tu amiga, Aurora?— Sí, somos amigas —contestó Camila antes de que yo pudiera decir nada.Ryan se asombró aún más y me dijo:— No sabía que tenías una amiga así. Esta señorita tiene mucha clase, parece de esas familias importantes.Ignoré su entusiasmo y miré a Camila, seria:— ¿Querías algo?— Oh, nada especial. Solo que, ya que nos encontramos por casualidad, esta vez invito yo. Pidan lo que quieran.— No es necesario...— ¿En serio?Antes de que terminara la frase, Ryan s
A Ryan ya ni le importaba lo que yo pensara. Le dijo al mesero:— Quiero un filete al carbón, y también…Seguía pasando páginas del menú como si tuviera una tarjeta sin límite.Me empezó a desesperar. ¡De veras iba a pedir también ese vino de quinientos dólares!De un tirón, le bajé el menú y le hablé directo al mesero:— Nada de filete al carbón. Vamos a pedir otra cosa.— Aurora… —Ryan me miró con fastidio, como si yo fuera la que arruinaba todo.Y para completar la escena, el mesero me lanzó una mirada seca, como si le diera flojera atender a gente como yo.Camila sonrió, con esa cara que usaba cuando quería aplastarte sin ensuciarse las manos, y le dijo al mesero:— Vale, tráiganlo igual. Que traigan el filete al carbón.— Perfecto, por favor, esperen un momento —dijo el mesero antes de irse.Cuando se alejó, Ryan suspiró como si acabara de salvarse de una catástrofe.Camila me miró con esa sonrisa que no se le movía ni un centímetro, y con tono de “te estoy haciendo un favor”, dij
Bajé la mirada, sintiéndome revuelta por dentro.Ahora que Mateo ya sabía dónde estoy viviendo, si se le ocurre averiguar más, seguro da con mi dirección y con el trabajo que tengo.¿Va a dejarme tranquila?Si lo que quiere es vengarse, no solo podría perder este trabajo, también el cuartito donde estoy viviendo.¡Qué fastidio!Justo cuando sentía que todo empezaba a acomodarse un poco, va, y aparece él.¿Y qué hace aquí con Camila? Tiene tantos lugares en la ciudad, ¿por qué venir a este barrio?Mientras pensaba en todo eso, Ryan me interrumpió como si nada:— Aurora, pedí varios platos más: carne picante, caviar, pasta... Como alguien nos está invitando, hay que aprovechar, ¿no?Sentí un nudo en la garganta.Nunca quise que Camila y Mateo nos invitaran.Y lo que Ryan acababa de pedir, fácil costaba la mitad de mi sueldo.Tenía ganas de levantarme y salir corriendo.A partir de ahora, si me cruzo a Camila, me voy por otro lado.Los platos empezaron a llegar pronto, aunque el filete al
Mateo se echó hacia atrás en su silla con toda la calma del mundo, mirándome como esperando que yo reaccionara.Bajé la mirada y me puse de pie, caminando despacio hacia donde estaban.Me paré frente a Camila y le dije, directamente:— Primero, Ryan no es mi pareja. Y segundo, la gente como yo, la gente normal, es así, sin lujos. Nunca vamos a estar al nivel de alguien tan... refinada como tú, Camila. Así que la próxima vez que me veas, mejor ni me saludes. No vaya a ser que se te pegue algo.Camila cambió la cara al instante. Se le notaba la molestia, aunque intentó disimularla:— Aurora, solo me sorprendió tu elección, no lo dije con mala intención. Igual seguimos siendo amigas, ¿no? Y además, seguimos teniendo ese vínculo con Mateo…— ¿Qué vínculo?Ya me estaba hartando. El mal trago de verlos otra vez y encima tener que aguantar provocaciones…La miré directo a los ojos, sin titubear:— Yo con tu Mateo no tengo ninguna relación. Así que...No alcancé a terminar. Mateo se levantó de
Me puse tensa de golpe y me levanté de un brinco, pensando que quizá había escuchado mal.Pero no, ahí estaba otra vez: los golpes en la puerta.Me acerqué con el corazón latiéndome en la garganta.— ¿Quién es? —pregunté, sin tocar la puerta.Silencio.Una mala sensación me llegó al pecho.Si fuera Ryan o mi hermano, ya habrían dicho algo.Pero nada.Todo callado.No... no puede ser Mateo, ¿cierto?Me subió el pulso. Me acerqué más, la voz temblándome:— ¿Quién es? ¡Si no dices nada, no voy a abrir!Otra vez ese silencio ensordecedor.Me hervía la sangre.— Te digo en serio, si no respondes, no voy a abrir.Pasaron varios segundos hasta que, por fin, una voz conocida sonó del otro lado. Fuerte, firme, seca:— ¡Abre la puerta!Sentí cómo se me agitaba todo por dentro.Era él. Era Mateo.No sé por qué me sorprendía que me hubiera encontrado tan rápido. Subestimé lo que puede hacer alguien como él. Le bastaron unas horas.¿Dónde más me puedo esconder?Me quedé apoyada en la puerta, con la