—Quiero que la insulten y la desprecien el resto de su vida. ¡Quiero que se mate solo para escapar de su calvario!
Un amargo escalofrío me recorrió el corazón. A veces de verdad no entendía por qué esa mujer me odiaba tanto. Parecía querer arruinarme de todas las formas posibles. ¡Ja! Si tanto quería verme destruida, ¿por qué no devolverle el golpe?
“Camila, espérate.”
El punto de encuentro que Mateo me dio estaba en la orilla del río, en la zona sur de Ruitalia. Desde allí, el trayecto era de unos treinta minutos. Durante el camino, lo llamé para preguntarle si Bruno estaba de verdad con él, pero no contestó.
Poco después, el taxi llegó a la dirección indicada junto al río. Apenas bajé del auto, mi teléfono volvió a sonar. Pensé que sería Mateo, pero cuando miré la pantalla vi que era Javier. Me quedé mirando su nombre un largo rato, indecisa, y decidí no contestar. Después de dos intentos, el teléfono quedó en silencio.
Pero enseguida entraron dos mensajes: "Aurora, compórtate. No ha