Seguro que no.
Con eso en mente, el dolor y la ansiedad que sentía empezaron a calmarse un poco.
Cuando abrí los ojos, vi que Jeison me miraba fijamente de forma extraña.
No, para ser más exactos, estaba mirando a Javier, al lado mío.
Pareció notar mi curiosidad, porque sonrió y dijo:
—Solo los admiro. Javier y Aurora se llevan tan bien que ya hasta se susurran cosas.
Alan dejó escapar una risa llena de desprecio y señaló a Indira, indicándole que fuera también a hablar en privado con Mateo.
Indira, tímida y cautelosa, miró a Mateo un momento.
Tal vez el aura intimidante de Mateo era tan fuerte que, al verlo, Indira miró rápido a Alan, como diciéndole que no se atrevía.
Yo miré a Mateo y sentí una punzada de tristeza.
Si él en serio estuviera enamorado de ella, no estaría así.
Lo que él llamaba una boda con Indira, o era falso, o había alguna otra razón detrás.
No me lo creía; no podía creer que Mateo se hubiera enamorado de otra persona de repente.
Era el cumpleaños de Jeison, y sus p