Capítulo 1238
El sonido de la puerta al abrirse me hizo espabilar.

Escuché pasos familiares detrás de mí.

De inmediato bajé la mirada, borré el historial de conversación con Waylon y bloqueé su número.

Cuando terminé, Mateo ya estaba justo detrás de mí. Su presencia llenó la habitación y reconocí su respiración y el olor de su abrigo.

Volteé y lo vi mirándome con esa mirada penetrante que tanto me desarmaba.

Nerviosa, me contuve y sonreí:

—¿Qué pasa?

—La cena está lista. Vamos a comer. Después te voy a llevar a ver a Alan y a Valerie.

—Perfecto —respondí con entusiasmo.

Hacía días que, concentrada en enfrentar a Waylon, no había tenido tiempo de visitar a Valerie.

Tomé la mano de Mateo para salir, pero él bajó la mirada hacia mi teléfono.

El corazón me dio un salto.

Con calma, le extendí el celular:

—¿Quieres revisar mi teléfono?

—No —dijo.

Su respuesta fue seca, casi dura.

Luego me tomó la mano con fuerza y me llevó a bajar las escaleras.

Observé su cara tensa y no pude evitar reírme un poco. Pero
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