Las manos de Mateo, sobre el volante, se tensaron de inmediato.
Él quedó tenso; no dijo nada, solo miraba fijamente hacia adelante.
Pero se notaba que no estaba contento.
Bajé la vista y dije en voz baja:
—Solo quiero resolver esto cuanto antes. Si todo sale bien, vamos a poder sacar a Alan. Además, el asunto de Alan no puede seguir retrasándose y Waylon nos vigila, a mí y a los niños. Quiero terminar con esto pronto, para que tú no tengas que vivir atado a él por lo de Alan.
Mateo apretó los labios y después de un rato respondió en voz baja:
—...Está bien.
Hacía buen día y había bastante gente paseando por la orilla del río.
Ya casi era Navidad y en el malecón ya colgaban las luces decembrinas.
Si lográbamos sacar a Alan, íbamos a pasar una buena Navidad juntos.
Y si Valerie despertara para entonces, sería lo ideal.
Pensar en eso me mejoró el ánimo.
Tomé la mano de Mateo y le sonreí:
—¿Qué quieres de regalo de Navidad? Te lo compro.
Me miró, con una sonrisa casi forzada, y esa preocup