Lo miré, seria: —¿De qué hablas?
Mi padre casi no se atrevía a sostenerme la mirada. Aun así, habló fluido de una forma sospechosa, como si ya trajera el discurso preparado.
—Aurora —dijo—, lo pensé bien y creo que uno no puede vivir con la conciencia sucia.
Me reí, con sarcasmo:
—¿Así que ahora qué vas a decir?
Mi padre suspiró, todo teatral, y siguió:
—En realidad, yo sé que fuiste tú la que contrató a esas personas para empujarme a apostar, hacerme perder mucho dinero y dejarme acorralado por las deudas.
Me molesté mucho. ¿Cómo podía saber eso?
Asher, el asistente principal de Mateo, lleva años a su lado y le es absolutamente leal. Además, ya demostró de sobra su valor: cuando traté con él, siempre fue meticuloso y eficiente. Por eso no tenía sentido que Camila descubriera esto.
Entonces, ¿dónde había fallado el plan?
Repasé cada detalle en mi cabeza y, entre más lo pensaba, más se me bajaba el ánimo. De la nada, recordé esa vez que puse un dispositivo de grabación en la h