Pasaron varios días y no le volví a hablar, cuando pasaba cerca de mí por la casa, me desviaba o fingía que no lo había visto. Ni cuando íbamos en el auto camino a la escuela lo miraba o si quiera le dirigía la palabra. No tenía ningún tipo de contacto con él.
No sé qué me pasaba o por qué, pero no podía dejar de pensar en él. Tal vez fui muy duro en hablarle así, tal vez exageré… No, no exageré. No puedo acercarme a él, no debo hacerlo.En la escuela las cosas se volvieron muy complicadas, en la práctica de fútbol no sé que pasó, pero Leandro apareció con moretones en la cara. Se veía triste y apagado. Cuando pasó a mi lado me miró, pero yo desvié la mirada y bajé la vista hacia mi teléfono. En el salón de clases lo seguían molestando y empeorab