- Oye, ¿cómo es que no puedes apurarte? Perderemos la ruta y no podremos irnos. – Le grité a Leandro mientras él se demoraba una eternidad en salir de la ducha. Yo me peinaba en el lavabo mientras lo esperaba.
- Cínico, me bañaría más rápido si no hubiéramos tenido tanta actividad anoche, ¡me duele hasta él alma! – Me dijo riéndose y me sonrojé recordando las cosas que hicimos en la noche, me sentía hasta agotado después de eso, era increíble las ganas que me daban apenas lo veía.
- Retiraré lo dicho.
Después de lo que me pareció veinte años, por fin logramos salir. Logré convencerlo de que se mudara conmigo. Es que esto de venir a visitarlo los fines de semana no me basta, es muy difícil no verlo todos los días, lo necesito a mi lado.
Desde que volvimos aquel día, no nos pudimos separar. Nos tocó mantener una relación a distancia por un año entero en que hice la maestría y trabajé al mismo tiempo en los negocios de papá. No me gustaba que pasáramos tan poco tiempo juntos, pero Leandr