Capitulo 2

Después de unos par de segundos, se decide por ir al cuarto de baño, para darse una muy merecida ducha caliente; y gracias a los trabajadores de la caldera que sacan agua de los posos y la traen al palacio, luego la calienta con una criatura extraña y así llega hasta la habitación, otorgando les ese delicioso baño con aguas a su punto, es sorprendente lo que pueden inventar los enanos en estos últimos años. Gira la llave, pone el agua caliente a caer, mientras se desviste, se adentra a la ducha, deja el agua descender por su cuerpo mientras da pequeñas caricias a su vientre. Disfruta de ese pequeño momento  a solas en completo silencio, mientras se termina de duchar.

—Seremos uno, y eternos mi pequeña luna—dice ella para su bebe y  sonríe tiernamente.

Sale de la ducha, ya mucho más fresca y renovada, camina un poco directamente al guarda ropa, de tantos hermosos vestidos que habían en el, escoge un vestido color lila con encajes en la mangas y en los bordes del cuello, con unos detalles blancos en algunas partes, el vestido es hermoso, ella lo luce como toda una princesa, le queda más abajo de las rodillas, para no exigir demasiado su padre no lo permitiría. Se gira lentamente posando su mirada en el otro rincón de sus aposentos, y  camina hasta llegar al tocador, peinando así su larga y hermosa cabellera dorada. Haciéndose un moño alto recogido colocando en su cabeza una diadema de flores blancas bañada en oro; se mira directamente a sus ojos color rosa pálido, se da otros retoques con vallas que la ayudan a resaltar sus carnosos labio y colocando se la mejillas en un tono más rosa dando le vida a su rostro, y resaltando su hermosa piel blanquecina.

Satisfecha consigo misma, va rápidamente hacia la puerta, todos han de estar esperando la y ya se ha tardado mucho, su padre se enfadara con ella. Abre la puerta, sale al pasillo observa la hermosa estructura al frente de ella con columnas gigantes llenas de enredaderas de rosas por doquier, camina rápidamente mientras asiente con la cabeza en forma de saludo muy educado y digno de una princesa a los guardias que se encuentra en el corredor, desciende por las escaleras y se dirige al comedor. Al llegar se sorprende que solo su padre está sentado en la gran mesa compuesta por amatista, pero de igual forma, hace una reverencia muy elegante.

(...)

—Buenos días, querido padre, lamentó la tardanza. ¿Estuvo usted solicitando mi presencia?

 Ella camina lentamente y con andar elegante hasta el asiento que se encuentra al lado derecho de rey. Hace una ojeada a los invitados y sonríe amablemente.

—Buenos días, mi pequeña—dice el rey—. En efecto mi niña, la solicite para que podamos tomar el ayuno juntos y poder charlas algunas cosas importantes.

—Claro padre—contesta ella cortésmente—. ¿Cómo se encuentra el día de hoy?

—Gracias por siempre estar al pendiente de mí, pequeña — le dice el rey tomando su mano dulcemente—. El día de hoy me encuentro muy bien, y ahora mucho mejor porque me concediste tu presencia.

El rey llama a la servidumbre para que preparen la mesa para el desayuno. Colocando platillos deliciosos, llenando en su totalidad la mesa de estas exquisiteces.

—Fark—Grita mi padre mi padre exigiendo su presencia en el comedor.

 Se escuchan unos pasos apresurados desde la cocina al comedor. Fark llega en cuestiones de segundos a la sal, se inclina hacia delante exageradamente, haciendo dos reverencia. Se queda inmóvil, con la cabeza gacha, a esperar órdenes. El rey ni la voltea a mirar y solo dice con su carrasposa voz.

—En el jardín trasero se encuentra el príncipe Lumiere con su padre, llamadlos a desayunar. Y que sea rápido.

Fark se retira a pasos rápidos del comedor  y se pierde en el umbral del Gran marco del comedor. El rey voltea en dirección a la princesa la mira con el ceño fruncido, no dejando rastro de la terna sonrisa de antes.

—No voy a tolerar tu desobediencia, compórtate como corresponde, pronto serás la nueva reina y tienes que comportarte como tal— resopla molesto el rey. Voltea a ver el umbral del gran comedor, quedando se inmerso en sus pensamientos.

—Como usted desee mi rey. — le contesto ella bajando su cabeza en señal de afirmación y obediencia.  

Sin esperar mucho, se escuchan unas voces masculinas por el pasillo conjunto a pasos muy fuertes, que se puede deducir fácilmente que son los invitados y que se dirigen al gran comedor.

—Pasad adelante—dice Fark—. El rey y la princesa los esperan, ya sentados.

Los pasos y las voces cesaron inmediatamente ya que solo se escuchó el rechinar de los asientos al ser quitados de su lugar inicial. La princesa levanta la cabeza de su plato para darles la bienvenida a los invitados los cuales para ella no son tan bienvenidos que digamos, finge una hermosa sonrisa, para ellos.

—Bienvenidos sean mis queridos vecinos-—dice el rey con mucho entusiasmo—. Sentad os por favor.

Ambos dan una reverencia, y toman asientos, el príncipe Lumiere se sienta junto a la princesa mientras que el papa de este se sienta en el otro extremo junto al rey.

—Buenos días, hermosa princesa —dijo Lumiere

—Buenos días. —dice ella, poniendo los ojos en blanco.

—Usted siempre  tan extrovertida, ¿cierto, princesa?—dice Lumiere en tono bromista.

—Y usted tan…

El rey interrumpe con una pequeña palmada llamando la atención de los presentes en el comedor. El rey mira a la princesa en modo acusador, para que no diga ni una palabra más, puesto a que está siendo imprudente. Gracias a esto la princesa traga grueso en forma de nerviosismo, y se remueve en su asiento incomoda por la situación, baja la cabeza y se queda en total silencio.

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