—Wow —ella dice—. ¡Doctor Dexter French...!
—Ay, basta. —Él sonríe sin dejar de verla—. Licenciada Evangeline. Es un gusto volverte a ver.
Ambos asienten y se quedan unos segundos en silencio, mirándose, sin aún creer que de verdad están ahí.
Es el pelirrojo quien rompe el hielo, y con una risa nerviosa, le arrima la silla para que esta se siente, y luego alza la mano para llamar al mesero.
—¿Comiste?
—La verdad no... —Eva responde, y se muerde el labio con disimulo.
Él se siente intimidado, pero le preocupa ver que ella tiene puntos en su frente y una pequeña cinta que se deja ver debajo de ese gorro pastel.
—Ah, entonces, dos almuerzos e... ¿que nos sorprendan? —cuestiona a Eva, y esta recostando el mentón de su propia mano asiente hacia al mesero.
Dexter sonríe de nuevo. Tiene las mejillas rojas. Eso le conmueve a la castaña, pues al menos en eso sigue siendo el mismo.
—Felicitaciones. Eres una mujer de negocios ahora.
—Y tú todo un gran especialista —lo elogia—. ¿Estás aquí por