DÍA DIEZ
Capítulo 16
Tenía los labios todavía hinchados de los besos que me había dado Nicholas en el barco el día anterior. Estaba deseando que se rindiera al fin ante mis paseos no tan sutiles al baño en mitad de la noche, pero lo único que había hecho había sido darme un azote juguetón en el culo cuando volvía a la cama. Y reírse.
Esa noche, por desgracia, comenzaba «lo bueno». En ese momento estábamos sentados frente a su madre, su hermano y Brenton mientras nuestro invitado de honor —el señor Watson— contaba la historia más aburrida que había escuchado jamás.
Había llegado a Blue Harbor el día anterior y al instante había tomado el control del viaje. Se llevó a Nicholas a jugar al golf por la mañana —«Se puede decir mucho de un empresario por la forma en que juega al golf»—, nos invitó a Liz y a mí a un almuerzo privado —«Quiero hablar con las dos mujeres que conocen al hombre que hay detrás de los negocios»— e insistió en recorrer Blue Harbor en barco porque solo quería «saber s