Han pasado varios minutos desde que estoy en este auto; me la he pasado viendo de reojo al hombre que está en el volante, pero no voltea ni a verme, y eso no sé si sea una señal de que algo va mal o solo me estoy metiendo ideas a la cabeza.
“No podrás hacerlo, tú solo eres una fracasada”, escucho la voz de Riccardo de nuevo en mi mente.
—Cállate, hijo de puta. Te demostraré tanto a ti como a todos que están equivocados, así que largo de mi mente —digo en susurro para que nadie escuche.
Cierro mis ojos e previa intento controlar mi mente de esas voces indeseadas que pasan por s y no dejaré que Leon crushing apodere de mí.
—Señorita, hemos llegado —me dice el chofer.
Abro mis ojos y veo hacia donde he escuchado que proviene la voz del hombre y noto que hasta ha abierto la puerta. Intento disimular que nada pasó.
—Gracias —le digo.
Abro la puerta del auto y pongo mis pies en el suelo empedrado; comienzo a caminar hacia donde veo a mi objetivo parado al lado de la puerta de su enorme casa