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—Con que tú pequeña se llama Ana. Es igual de hermosa que su madre.

Le eche un vistazo Ana .s a decir verdad , a las 2 parecemos madre e hija, da la casualidad, que Ana tiene el cabello tan dorados , yo: a diferencia de sus ojos los cuales son ni un color miel y los míos grises. Suspiro, tenía el pelo un poco ondulado, al igual que yo podría jurar incluso que era mi hija de sangre.

No dijimos nada, seguimos caminando. Aunque una actitud de Ana me sorprendio.

—Hola ¿Quieres jugar? —pregunta.

La miro con el ceño fruncido, sin entender muy bien a quién le habla. Hasta que la única persona, demás de nosotros dos es Hernán.

Entonces le estaría hablando a el.

—No él no quiere jugar.

La tome de la mano Y empezamos a alejarnos.

—Sí, Claro que quiero jugar también quiero jugar con tu mamá ¿me dejas?

—Claro, ella seguramente va a querer jugar con nosotros verdad mamá.

No pude prestar más atención: escuchar decirme mamá desde su pequeña y dulce voz me llenó de sentimientos que desconocía. No pue
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