Capítulo 8

No me sentía nada bien.

Los vómitos no cesaban y cada vez lograba comer menos. Intenté echarle la culpa al estrés, al menos los primeros días, pero comencé a preocuparme seriamente cuando mi menstruación brillaba por su ausencia.

No había de que preocuparme. Adam, al ser doctor, debería haberse encargado de la protección. ¿No? Yo no lograba recordar con exactitud lo que había ocurrido aquella noche. Sin embargo, me aferré a esa idea. Me aferré a la esperanza de que Adam se ocupó de cuidarnos.

Trataba de no pensar en ello, pero debía hacer algo.

Si existía la remota posibilidad de estar embarazada, e

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