~Pov de Damien~
Llevábamos viviendo en esta camioneta los últimos tres días. Esos bastardos nos habían obligado a recorrer cinco países sin parar, y aun así, habíamos logrado estar a solo unas horas de distancia. La ira y la adrenalina eran mis únicas compañeras de viaje, además de Judith.
Apenas el rastreador indicó que la señal se movía de la República Checa a Polonia, Judith me hizo parar. Entramos a un supermercado enorme, y ella llenó la cajuela con provisiones, agua y comida como si estuviéramos preparándonos para el apocalipsis. Cruzamos de Polonia a Bielorrusia, y luego toda la parte baja de Rusia. Supuse que, por el conflicto, esas rutas eran más fáciles para ellos. Después, atravesamos Kazajistán y ahora estábamos entrando a Kirguistán. Suspiré, sintiendo el peso del mundo sobre mis hombros.
Yo iba al volante, acababa de tomar el turno. Con Judith, nos relevábamos cada cuatro horas para poder dormir y descansar. No era cómodo, pero cada minuto de sueño era una victoria con