~Pov de Alisha~
Un dolor punzante en la cabeza me obligó a abrir los ojos. La tenue luz que se filtraba en la furgoneta me hirió las pupilas.
>>¿Cuánto tiempo llevaba allí?<<
Me habían drogado, era obvio, y la impotencia se instaló en mi pecho. Intenté moverme, pero un nudo de cuerdas me ataba las muñecas a la espalda, mis tobillos estaban inmovilizados y una mordaza me apretaba la boca.
>>Malditos, pagarán por esto<< pensé, la rabia encendiéndose como una chispa dentro de mí.
Con la vista un poco más clara, escaneé el lugar. Estábamos en movimiento, el traqueteo de la furgoneta me zarandeaba, como si fuera un saco de patatas. Fue entonces cuando las vi, acurrucadas en un rincón. Dos chicas, de no más de diecinueve años, nos miramos a los ojos y un escalofrío de pavor me recorrió la espalda.
>>¿Qué estaba pasando, ¡mierda!?<<
Ellas lucían tan aterradas como yo, pero a diferencia de mí, sus brazos estaban atados por delante y no tenían mordazas. Sin embargo, no emitían sonido