~Pov del Narrador~
Todos alzaron la mirada con admiración.
—¿En serio tienen acceso a esa discoteca? —preguntó uno, con asombro.
—Sí, es muy complicado ingresar allí —añadió otro.
—¡Las reservas son complicadas! —exclamó una joven.
—Señorita, ¿en serio nos invita? —cuestionó un chico, incrédulo.
Alisha sonrió, complacida.
—Claro. Si son los amigos de Mike, también son mis amigos —respondió—. ¿Qué les parece si nos encontramos allí en unas dos horas? Traigan su credencial.
Todos se miraron con incredulidad, pero asintieron felices. Acto seguido, palmearon los hombros de Mike, que estaba paralizado, mirándola sin poder creer lo que oía. Alisha le guiñó un ojo y le hizo una seña para que salieran.
Luego se giró y palmeó la mano de Brina, preguntando en un susurro:
—¿Estás bien?
Brina, aunque por fuera parecía serena, por dentro temblaba y había fulminado con la mirada a las jóvenes que se habían acercado a su hombre. Al escuchar la pregunta de Alisha, asintió con una sonrisa.