El ambiente en la habitación se torna tenso y cargado de emociones. Mientras Adrien se acerca, no puedo evitar sentir una mezcla de confusión y desafío.
—Sabes, existen calzoncillos para tu información —le digo, intentando mantener mi postura firme a pesar de la situación.
—No creo necesitarlo esta noche —responde con una determinación que solo acentúa el desafío en el aire.
Adrien se acerca aún más, con una mirada que mezcla enojo y una intensidad depredadora. Me observo en el espejo, dándome cuenta de la situación: él está completamente desnudo, y yo estoy en una posición en la que no tengo mucho margen para moverme.
—Dime, ¿te gustó lo que te hizo él? —pregunta, su voz cargada de una tensión que no puedo ignorar.
Decido aprovechar su confusión para jugar un poco más.
—Y si te digo que sí, ¿qué harás? —le contesto, provocadora.
Veo cómo aprieta la quijada y antes de que pueda reaccionar, Adrien me carga de manera inesperada. Coloca mis piernas alrededor de su cintura y