—¿Señor Casanova?
—La chica tiene su encanto, no lo niego... pero no deja de ser solo eso: entretenida —dijo Elías con una media sonrisa difícil de descifrar.
Al principio, su intención había sido observar en persona a la célebre Mariana García, la joya de Puerto Claro.
Pero no contaba con la aparición inesperada de Sofía Valdés.
Comparada con ella, Mariana no tenía chispa alguna.
Sus jueguitos de niña mimada resultaban, a los ojos de Elías, pura fantasía de secundaria.
De no ser por la devoción ciega de Alejandro Rivera, Mariana sería completamente prescindible.
A la mañana siguiente, Sofía se presentó temprano en la universidad.
Después de meses de ausencia por su suspensión, había mucho que recuperar.
La Universidad de Finanzas era la institución más exigente de toda la ciudad Brava; los hijos de las mejores familias competían aquí por cada décima.
Perder medio año podía significar el fracaso absoluto.
Decían que la preparatoria era dura, pero nada se comparaba con la crueldad metic