“¡Toc, toc!”
Desde fuera de la oficina, Mariana tocó dos veces antes de empujar la puerta.
Vestía un elegante vestido blanco, irradiando nobleza y gracia. Su largo cabello caía hasta la cintura, dándole un aire de dulzura.
—Alejandro, la subasta está a punto de comenzar. Vámonos.
Al ver a Mariana, Luisa mostró una expresión incómoda.
Si no fuera por la intromisión de Mariana, el puesto de señora Rivera ya habría sido de Sofía. Y ahora, para asistir a una subasta, Alejandro ni siquiera se molestó en considerar la dignidad de la familia Valdés y prefirió llevar a Mariana.
¿Acaso no era una humillación pública para ellos?
—Usted debe de ser la señora Valdés, ¿verdad? He oído hablar de usted por Alejandro. Y ella es…
Mariana miró a la mujer junto a Luisa, vestida con un estilo prácticamente idéntico al suyo. Solo sonrió.
¿No era suficiente con Sofía? ¿Ahora había otra más?
Pero al final, todas eran simples sustitutas.
Al notar la mirada de Mariana sobre Lola, Luisa se puso nerviosa y rápid