Me había salvado, por muy poco, de las pesquisas de Emily, que creyó que había estado fumando alguna sustancia con Valentina y Myriam. No sé por qué incluyó a la amiga de Valentina en el complot, pero me sirvió, aún más, para desviar su atención sobre lo que en verdad había ocurrido.
Tuve que confesar, como le creí entender a Valentina, que había estado fumando esas cosas.
—Lo siento, amorcito, no sé en qué estaba pensando, pero tú misma me impulsaste a ir con ella —dije cuando regresamos a la mansión.
—¿Entonces fue mi culpa? —preguntó, con los brazos en jarras, cuando estábamos ya por acostarnos.