Punto de vista de Josefina
—Él es nuestro compañero. —repitió mi loba en mi mente, como si nunca hubiera existido alguna duda, como si yo debiera haberlo sabido todo el tiempo.
Pero ni siquiera sabía que tenía una loba, y mucho menos que también me era posible tener un compañero.
—¿Compañero? —mis labios formaron la palabra justo cuando Lucas se acercaba a mí, agarrando mi cintura.
—Mía. —la palabra que se formó en sus labios resonó como un eco en mis oídos.
Ahora todo tenía sentido; por qué me sentía atraída hacia él, por qué sus labios eran los únicos que siempre había querido que me besaran, por qué habiéndolo conocido a los 16, ningún otro hombre podía compararse con él.
Aunque no sabía quién era, ni dónde estaba, esa conexión ya había sido encontrada, ya había encajado, solo que no lo sabíamos. Lo había estado esperando todo este tiempo.
Sus manos subieron desde mi cintura, recorriendo las formas de mi cuerpo con sus dedos antes de agarrar el tejido de mi bata en el pecho y jalarm