MARIANNE
Cuando ganamos, milagrosamente un punto marcado por mí, gritamos con júbilo, esa había sido la idea desde el principio y todos nos abrazamos.Edgard me levantó del suelo por detrás y dio varias vueltas conmigo como si pesara menos que una pluma. Reí, la libertad en sus brazos era una sensación inigualable, cuando me soltó se quedó detrás de mí y aspiró mi cuello lentamente.— Me encanta como huelesConsiderando el calor que hacía y que me sentía como un cerdo asado aquel cumplido me llegaba a las entrañas. Me di la vuelta y vi su mirada intensa otra vez, aun no se había ido.—Quiero besarte — me dijo con voz ardiente, corroborando la intensidad de sus ojos.Yo solo me quedé en silencio que él interpreto correctamente como una señal de rendición. Enterró mi boca con la suya y la movió rapidísimo apretándome de la cintura y levantándome al menos seis centímetros del suelo. Como siempre enredé mis manos en su pelo y atraj