Lisbani sintió como si le hubiesen clavado un filoso puñal en el pecho, se negaba a creer lo que estaban viendo sus ojos, por un momento creyó podría tratarse de un montaje, por ello volvió a detallar la fotografía, buscando algún indicio para poder justificarlo, pues así era el amor, siembre buscaba excusas, para no juzgar con demasiada severidad a las personas a quienes se amaba.
No obstante, por muchos intentos de justificarlo, allí estaban los hechos, no podían negarse las evidencias, estaban frente a ella, no había nada que pudiera alegarse en su defensa. Ambos aparecían sonrientes, no había ningún gesto de repulsión en el rostro de su marido, todo lo contrario, se veía disfrutando de la velada.
Siguió buscando otras páginas de diarios en la web, obteniendo los mismos resultados, un par de fotografías m&aa