DAMIÁN
Creo entre sueños, anduve alucinando, como si un ángel me tendiera la mano, pero debo estar desvariando producto del estrés me dio una gastritis horrible, tanto así que ni cuenta me di cuando seguro vino alguien de servicio y me trajo las pastillas que me terminaron por tumbar hasta dormir como un bebé.
Veo el reloj y son las nueve de la mañana, debería mejor darme un baño y luego ir a la oficina, es viernes y mañana es la dichosa fiesta. De pronto tocan la puerta.
—Señor, su desayuno está en la mesa, la señora mandó a preparar uno ligero por su malestar —no pude evitarlo y abrí la puerta justo antes de que Martina se vaya.
—¿Cómo que la señora?
—Si ayer ella me fue a preguntar por las pastillas que usted toma en estos casos y me dijo que se lo entregaría, hoy salió temprano a comprar unas cosas, pero antes me dejó encargado que no lo despertara hasta estas horas y le dejara solo fruta y un té de romero, también una pastilla.
No puedo creerlo, entonces no estuve soñando. ¿Le ab