Capítulo 31. Parte 3
Antonella:
Nos sentamos en la cafetería del hospital y nos quedamos conversando. Enzo me toma de las manos al escuchar la vida que he tenido que soportar junto a Bruno.
—No entiendo qué haces viviendo con él —comenta con asombro.
—No es fácil... nada ha sido fácil para mí, he estado sola...
—Lo siento, no sabes lo mucho que lamento haberte dejado, es lo que me vuelve loco día a día.
—No quiero que sientas culpa —le digo con sinceridad—. Entiendo que te hayas ido, a mí me faltó el valor.
—Cuando me fui, era un chiquillo. No soportaba el control que papá ejercía sobre nosotros. Luego mamá enfermó y murió... —dice, recordando lo que vivimos hace años—. Fue la excusa perfecta para huir; no quería nada que me recordara la patética vida que tenía, y creo que fui egoísta al dejarte...
—No... —digo, llorando—. Aunque tenía a mi amiga, a la que no alcanzaste a conocer, no puedo negar que te extrañé. Necesité de tu compañía, pues eres mi único hermano, pero no eres el responsable de mi vida.
—T