Capítulo 31. Parte 1
Diego:
A pesar del agotamiento tras una extensa cirugía de urgencia, me apresuro hacia mi consulta con la esperanza de encontrar a Antonella. No obstante, mi premura resulta en vano, pues lo único que hallo es a mi pequeño conversando con mi asistente; de ella, en cambio, no queda rastro.
—¡Hola, papá! —exclama Marcus al verme, arrojándose a mis brazos.
—¡¿Cómo está mi campeón?! —pregunto emocionado, correspondiendo a su abrazo—. ¿Te has portado bien? —añado, mirando a mi asistente, quien asiente con aprobación.
—¡Me he portado muy bien! —dice orgulloso, aunque jamás lo dudé.
—Así es, doctor, es un niño encantador, no causa problema alguno —responde Mariona con una genuina sonrisa.
—Gracias por hacerte cargo —agradezco con sinceridad, sabiendo que no era su responsabilidad.
—No ha sido nada, doctor...
—¿Dónde está la maestra que lo trajo? —pregunto, aunque intuyo la respuesta.
—Se fue hace unos minutos... —responde, mientras me pregunto si aún podré alcanzarla.
—Ah... vengo enseguida,