Capítulo 25
—Yo me hago cargo de aquí en adelante —anunció Leonardo entrando en la habitación—. Gracias por la ayuda.

—Está bien. —Se inclinó y les dio un beso de despedida en la frente a sus sobrinos—. Estaré en la cocina con Natalia.

Leonardo asintió y se sentó en la cama de Cloe para comenzar con el cuento. Los dos niños estaban en la misma cama, pero su padre llevaría al menor a su habitación cuando terminara de leerles su cuento.

Los pequeños se concentraron en su padre, pero podía apostar que no durarían despiertos por mucho tiempo. El pobre Horatio apenas podía mantener los ojos abiertos.

Sonrió y los dejó a solas.

—¿Estás bien? —preguntó su hermana en cuanto lo escuchó entrar a la cocina—. Me enteré de que Elaide regresó a su departamento.

—¿Quién te lo dijo?

—Vanessa. Me llamó ayer justo después de visitar a su hermana.

—Debí suponerlo —musitó sin malicia. Aunque su familia podía ser entrometida, sabía que tenían buenas intenciones y que podía contar con ellos sin importar qué.

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