Capítulo 4 La huida

La puerta de la casa se abrió con un crujido, revelando un interior desordenado y oscuro. El olor a alcohol y basura impregnaba el aire, y la luz del sol que se filtraba por las ventanas sucias parecía luchar por penetrar la penumbra. Sofía entró en la casa con un suspiro de resignación, sus ojos adaptándose lentamente a la oscuridad.

La sala estaba en desorden, con botellas vacías y ropa sucia esparcida por todas partes. El sofá, que una vez había sido un lugar acogedor, ahora estaba cubierto de manchas y quemaduras de cigarrillo. Alicia, la madre de Sofía, yacía en el sofá, con la cabeza echada hacia atrás y la boca abierta. Su cabello estaba despeinado y su ropa estaba manchada de vómito.

Sofía se acercó a ella con una mezcla de asco y tristeza. La voz de su madre era un murmullo incoherente, y su respiración era lenta y pesada. Sofía la miró con una mezcla de dolor y desesperanza, sabiendo que su madre estaba perdida en un mundo de adicción y autodestrucción.

De repente, dos pequeños cuerpos se lanzaron hacia ella, abrazándola con fuerza. Eran sus hermanos pequeños, Brayan y Frida. Sus ojos brillaban de alegría y sus rostros estaban iluminados por sonrisas. Sofía se agachó y los abrazó con fuerza, sintiendo un nudo en la garganta.

—¿Cómo están mis pequeños?— preguntó, tratando de sonar alegre. —¿Tienen hambre?— preguntó Sofía, mirando sus rostros sucios.

—No hemos almorzado—dijeron al unísono, con voces que temblaban de hambre.

Sofía se indignó al pensar en la situación en la que vivían sus hermanos. La pobreza y la negligencia de su madre habían dejado una marca profunda en ellos. Sofía sabía que tenía que hacer algo para cambiar su situación.

—¿Y el dinero que les dejé?— preguntó, tratando de mantener la calma.

—Mi mamá nos lo quitó—dijo Brayan, con los ojos bajos.

Sofía sintió una rabia creciente hacia su madre. La codicia y la indiferencia de Alicia hacia sus hijos eran evidentes. Sofía sabía que tenía que proteger a sus hermanos y darles una vida mejor.

—No se preocupen, los llevaré a comer algo muy delicioso— dijo, tratando de sonar animada.

Alicia se despertó con un gruñido, estirando sus brazos y piernas. Su voz era pastosa y su mirada era confusa.

—Llegó mi hija querida— dijo sonriendo, con una sonrisa falsa.

—¿Por qué les quitaste el dinero, Alicia?—preguntó Sofía, tratando de mantener la calma.

—Mocosos chismosos— soltó Alicia, con una mirada despectiva.

—No te preocupes, mamá— dijo Sofía, con una voz firme. —Ya no tendrás que verlos. Compré un departamento y los llevaré a vivir conmigo.

Alicia se indignó, sentándose en el sofá con un esfuerzo. Su rostro estaba rojo de ira y su voz era un grito.

—¿Y a mí dónde me dejas, malagradecida?— gritó.

Sofía sacó un fajo de billetes y se los aventó en el sofá.

—Es bastante dinero para que vivas cómoda unos meses—dijo—Es hora de que te hagas responsable de ti misma. Yo ya no lo haré.

Alicia tomó el dinero, y sus ojos se iluminaron con codicia. Su rostro se suavizó y su voz se volvió melosa.

—Gracias hija—dijo, con una sonrisa falsa.

Sofía se dio la vuelta y salió de la casa con sus hermanos pequeños, sintiendo un peso en el corazón. Sabía que su madre se gastaría el dinero en drogas y alcohol, pero ya no le importaba. Su prioridad eran sus hermanos.

—Vamos, niños— dijo Sofía, abrazando a Brayan y Frida. —Vamos a empezar una nueva vida.

Mientras caminaban, Sofía sintió lágrimas en sus ojos. Sabía que dejar a su madre era lo mejor que podía hacer, pero una parte de ella se sentía culpable. Miró a sus hermanos y sonrió, sabiendo que estaba haciendo lo correcto.

—¿Qué vamos a comer?—preguntó Brayan, con los ojos brillantes de emoción.

—Algo delicioso— respondió Sofía, sonriendo.

Frida se abrazó a Sofía, con los ojos llenos de lágrimas.

—Te quiero, Sofía— dijo.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP