El vapor caliente envolvía el cuerpo de Elena mientras el agua se deslizaba por su piel. Con los ojos cerrados, dejó que el calor la reconfortara, aunque su mente no tenía descanso. La conversación con Camila Villalba seguía resonando en su cabeza. Había logrado lo impensable: convencer a la matriarca de los Villalba de hablar, de traicionar a su esposo, de dar el primer paso para su caída. Pero eso solo era el inicio. La gran tormenta estaba por comenzar. Y lo que se venía podría ser demasiado intenso para todos.
Salió de la ducha y se envolvió en una toalla, cuando salía del cuarto de baño y caminaba hacia la cama de su habitación en la enorme mansión Villalba, se miró en el espejo, sus ojos reflejaban la tensión de lo que estaba por venir. Sabía que Alejandro tenía que estar al tanto de todo. Él tenía que moverse rápido y conseguir la mejor asesoría legal para Camila. No solo por la seguridad de la mujer, sino también porque, en el fondo, Elena quería asegurarse de que todo el proc