Me levanté y miré profundamente sus ojos verdes, cogiendo la correa del perro:
- I... Creo que será mejor que me vaya a un hotel. Siento... Que tu maleducado gato arañara a mi perro. - Salí al pasillo, prácticamente tirando de Gato, que no quería ir.
- ¿Dónde... ¿Adónde vas? - preguntó Theo, atónito, siguiéndome.
- Voy a pedirle a Greg que me devuelva las maletas.
- ¿Greg? ¿Quién es Greg? - preguntó Málica.
- El portero -aclaré. - ¿No sabes cómo se llama el portero?
- ¿No era Gregorio? - Miró a Theo.
- ¿Cuánto hace que vienes aquí? - le pregunté. - Porque ya conozco al portero. Y ahora voy a tener que ir a otro sitio, algún lugar frío, solitario, que acepte perros heridos... Y mujeres con el corazón roto. - Hice un moh&ia