Sonreí, apartándome el pelo húmedo de la cara:
- Saborearé cada centímetro de tu piel, mi amor... Como siempre he soñado.
- Espero poder aguantar un rato... - Respiró hondo, cogió mi mano y la llevó hasta su polla completamente erecta.
Llené su cuello de delicados mordiscos y chupadas. Ansiaba su cuerpo como el aire que necesitaba respirar. Cansada de su cuello, me deleité con su pecho suave y firme, bajando hasta su fabuloso abdomen. Su polla estaba erecta todo el tiempo, tocándome involuntariamente.
Cuando llegué a su pene, me acomodé entre sus piernas, deleitándome con el espectáculo que tenía ante mí. Sin duda iba a tener la mejor mamada de mi vida. Y ningún sonido o situación externa iba a detenerme como la otra vez.
Lamí tranquilamente su glande, saboreando el gusto del hombre que tanto habí