Así que lloré...
Theo se removió en su silla, parecía molesto por mi decisión.
- No quiero criar a un niño con amor, cariño y toda la dedicación para que luego, al cabo de los años, te vayas de aquí y quieras recuperarlo.
- I... Te prometo que no me lo llevaré de vuelta. Si tengo que firmar algún papel, lo haré. Pero, por el amor de Dios, ¡quédate con mi pequeño! - Suplicó, con lágrimas cayendo por su rostro.
Me mantuve firme:
- ¡No puedo!
- Te llevaste a las niñas lejos de Anya. Cuidaste de ellas. Sé que cuidaste de Zeus. Y es imposible no amar a ese chico...
- Sí, es imposible no amarlo. Y por eso le cambiaba el pañal, cuando sus necesidades corrían por sus piernas o cuando se caía tan pesado que lo encontraba corriendo desnudo por la casa. También porque le quería, le daba leche caliente cuando lloraba de hambre, ignorado por su abuela o lo que coño fuera. Y porque le quería, le cogía en brazos para que no cruzara el patio descalzo, arriesgándose a ser mordido por algún animal venenoso, a cor