Capítulo 58 - No has hablado con nadie

Todo era surrealista, parecía estar en un lugar desconocido.

—Ven conmigo hijo.

La voz del anciano tenía más firmeza que la mía, eso fue lo único que solo habló, tal vez fue el estado de somnolencia, dejé de resistirme, Rata me soltó sin bajar la guardia. Me acerqué a don Fausto.

—Por favor no la desconecte.

Supliqué. Las enfermeras atendían a Cebolla y a Santiago.

—No sé mi hija que vio en ti.

Quise contestarle que yo tampoco lo sabía, pero algo estaba logrando desde mi pecho.

» No dejaré a mi niña consumirse en ese estado.

—Pagaré todo, si es por dinero…

—No conoces nada que no sea dinero, ¿cierto? ¿Quieres calmar tus remordimientos con mi hija? —don Fausto me miraba con enojo. Tal vez parezca un loco.

—Es hora de caminar Roland. —intervino el viejo de nuevo.

—¡Yo tampoco sé por qué Verónica me ama!, pero algo está haciendo conmigo, por favor no la desconecte.

—Mi tiempo se agota. —¡ese señor es irritante!

—¡Ya voy! —Le grité al viejo—. Por favor… —Le supliqué a mi suegro.

—Mañan
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