Sus ojos eran un lamento, y me arrepentí tanto por mi actitud.
—Me asusté —susurré—. Pensé que ibas a ser más sutil. —hablé en un susurro.
—¡Verónica! —gritó—. Tengo casi dos meses sin tener sexo y cuando voy a hacerlo con la mujer con la que he soñado desde el primer día, ¡¿cómo quieres que este?! Te deseo de una manera enfermiza. Quiero abrirte de piernas y lubricar con mi lengua tu vagina hasta escuchar tus palabras implorando que te penetre, y deseo hacerlo hasta el fondo las veces necesarias para descargar mi leche en ti.
Se levantó, mi corazón bombeó más fuerte, habló tan específico, fue pareció obsceno y al mismo tiempo excitante, mi vientre vibró al escucharlo. No me había movido de lugar, él comenzó a caminar por la sala.
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