Miré a Daniel.
—En Aníbal. —Ellos comprendieron—. En nuestros hijos, en mi mujer, en los proyectos que tenemos, en las empresas. Estaba pensando en todo.
—Las empresas están cubiertas, todo marcha bien. —miré a Rata.
—Llámate a Zombi, dile que viaje lo más pronto posible. —Él y Arinka se radicaron en Colombia y trabajan para nosotros en el consorcio.
—Si señor.
—Muchachos, yo quiero ir a calentarme las bolas con mi mujer, nos vemos a las nueve, y estén con los ánimos dispuestos a trabajar. —dije.
—¡Bueno, nos vemos en la noche! —habló Cereza.
—¡Sí, ya dejemos de mojarnos el culo por gusto!
Cada uno espueleó a su caballo y comenzamos el galope de regreso a nuestras casas. No veía la hora de estar en ella, bajo las sábanas de mi cama, con mi deliciosa mujer desnuda, chupándome la verga.
A pesar del puto frío que tenía colado en los huesos de solo pensar en lo sabrosa que era Verónica, se levantó el pene. Apenas llegue era lo primero que voy a hacer, satisfacer mi deseo por mi mujer, es