La miré por un momento.
—¿Te queda tiempo?
Afirmó, miré a mis hijos, estaban profundos en la cama, ya debíamos dejar que pasaran más tiempo ellos solos. Le hice señas, salimos al balcón que daba a los establos. Roland vacunaba a unas reses, estaba haciendo mi trabajo.
» ¿Ves a ese hombre? —Ella me miró.
—Es su esposo. —sonreí.
—Guadalupe, él era el capo de capos en Colombia, si no lo sabías, era un narcotraficante. Se acostaba con ocho mujeres a la semana y no repetía. —El rostro de Lupe me confirmó lo asombrada que estaba—. Su pasado no es digno de enmarcar.
—¿Qué lo hizo cambiar?
—Dios y el amor, aunque llegó a Dios porque encontró el amor. No hice nada para llamar la atención de ese impenetrable, hermético y egocéntrico hombre, solo fui yo. Espero que entiendas.
» La experiencia la dan los años, el tiempo, no hagas cosas que no te enriquezcan como persona, si esa persona a la que quieres demostrarle no ve la gran mujer que eres, no vale la pena. —bajó la mirada. Su pregunta es por