—¿Qué haces aquí? —Odiel cuestionó con reclamo. Él estaba sobre un gran árbol observando los campos de Nim.
—¿No fue exagerado venir a otra región? —Leela se sentó a su lado.
—Necesito pensar.
—¿Y para pensar tienes que venir tan lejos?
—¡Déjame en paz, chiflada!
—Para ser un maestro guía te comportas como un inmaduro infantil. —Ella bufó y él sonrió.
—Es tu efecto en mí. Sabes que siempre me has gustado, mi vida era fácil de esa manera...
—Pero ahora todo se complicó. —Leela sonrió—. Ella no está casada y siente lo mismo por ti.
—Para ser una loquilla eres muy observadora.
—Así es. Ella está esperando a que des el