—¡No debiste hacer eso, Otelo! —La rubia lo confrontó furiosa—. Si te lo conté fue para desahogarme, no para que fueras a reclamar nada a Lían. ¡Qué humillante!
—Lo siento, es que me dio mucha rabia que sufrieras por él —se excusó cabizbajo.
—No entiendo tu comportamiento, Otelo. Lían es tu amigo también y no está obligado a sentir lo mismo que yo.
—Es un idiota, eres perfecta. No entiendo cómo pudo rechazarte —dijo con ojos brillosos y sostuvo sus manos. Estaba decidido, dejaría su cobardía y le confesaría sus sentimientos.
***
Un mes después...Diana se acercó a Xiang en el almuerzo que por suerte le tocó a la misma hora.
—Bien, me dirás qué sucedió. No soporto verte tan triste, t&uacu